Cuando opositaba yo me centré sólo en judicaturas. Luego abrí mi mente a fiscalía. Más adelante a concursos-oposiciones locales. Y cuando me presenté a Secretarios, que ya me salió bien, ahora soy Secretario, pensé: si no apruebo, hago gestión y tramitación. He conocido a un juez que se presentó a secretarios, a gestión , a tramitación... Su destino era la curia. Él mío la secretaría. El examen(el sistema) de secretarios nuevo propuesto parece más difícil que el de judicaturas. Yo me presentaría a gestión, y como creo que son luego unos 80 temas me han dicho, pues una vez gestora promocionaría a secretarios. Hay que aferrarse a lo que te salga bien. Hay opositores que tras muchos años alcanzan unos niveles muy altos de irritabilidad, agresividad y amargura, y si se disparan, acaban escogiendo el camino del mal ("La bondad no hace tan felices a los hombres como la felicidad los hace buenos"). He comprado hace poco el dvd de una película española "El chocolate del loro". Es increíble lo bien que retrata la vida de un opositor. Y acaba bien, que es lo bueno. Porque como dice un ordenanza al principio de la película al opositor: "De lo que se trata es de echarle cojones". Adelante, que si no se abre una puerta, se abrirá una ventana. Hay que tocar muchos palos. Nunca se pierde aun cuando se falle: siempre se gana experiencia, se adquieren tablas.
Aunque un competidor pueda ser un enemigo, el peor enemigo del hombre es uno mismo, como decía un filósofo. Y hay que hacer el camino si no se puede con alegría, al menos con el menor dolor posible, porque en la cumbre no está la felicidad. En la cúspide está la libertad, pero los problemas no acaban. Éstos sólo llegan a su término con la muerte.