por Funcionario y opositor » Jue 22 Jun 2006 10:19 am
Soy Funcionario del Cuerpo de Tramitación Procesal y Administrativa, llevo casi diez años trabajando en la Administración de Justicia, preparo Secretarios desde hace unos cuatro años y he aprobado DOS VECES el primer examen ORAL del TURNO LIBRE de la antigua Oposición al Cuerpo de Secretarios Judiciales. Reconociendo que estoy realmente orgulloso de haberlo conseguido además de trabajar, con lo anterior solo quiero señalar que los Funcionarios de Justicia podemos aprobar un examen oral como cualquiera.
No entiendo ese empeño de los sindicatos en cambiar este tipo de examen, que por otro lado es el más habitual en los cuerpos superiores de la Administración, para sustituirlo por otro tipo de pruebas “más relajadas”. El examen oral se utiliza para el acceso a la Abogacía del Estado, Notarías, Registros de la Propiedad, Jueces y Fiscales, Inspección de Hacienda, Letrados de la Seguridad Social y hasta ahora, Secretarios Judiciales, cuerpos todos ellos de reconocido y merecido prestigio profesional y una indudable limpieza en su proceso selectivo.
De cualquier manera, es innegable que el nivel de una oposición lo dan los opositores. Así, aunque alguna presente un temario y sistema de examen a priori asequible, puede llegar a ser casi imposible superarla si el número de aspirantes y su preparación es muy elevado, convirtiendo el hecho de conseguir una plaza en una cuestión de suerte, y lo que es peor, haciendo vano el esfuerzo realizado por mucha gente. Permítaseme pues, una pregunta nada obvia: ¿qué oposición es más complicada la del Funcionario del Cuerpo de Auxilio Judicial que disputó su plaza con otros 125 opositores o la del Secretario que se enfrentó a una proporción de 1 plaza por cada 10?
No es fácil responder, ¿verdad?, pues pasemos a las oficinas judiciales una vez que todos deben trabajar coordinados: en mi opinión, el resto de los funcionarios, extremadamente competentes, -pese al interminable aumento de asuntos y la escasez de plantillas y medios-, exigimos para respetar a nuestros superiores que acrediten suficiente nivel como para dirigirnos.
Para justificar lo anterior, basta asomarse al trabajo procesal de las dependencias judiciales: No es exagerado decir que, en la actividad cotidiana de un Juzgado, no es necesaria la actuación del Secretario para la realización de al menos el 85% del trabajo que se desarrolla. Los Gestores, Tramitadores y Funcionarios de Auxilio pueden llevarlo a cabo sin contar con él, que se limita a la firma al final del día de los documentos que se despachan, asumiendo en la mayoría de los casos su contenido por la propia confianza que en el buen hacer del personal acaba teniendo. Es más, para “la tramitación en masa” aquellos profesionales controlan de manera impecable todo el proceso; son ellos los que tratan con los Abogados y Procuradores, informan a las partes y llevan a cabo la gran mayoría de las actuaciones Judiciales. Pero en algunos casos, cuando hay cuestiones singulares o contradicción entre normas, o estas son incompletas o cuando hay que interpretar nuevas leyes o resolver lagunas en el ámbito de lo jurídico-procesal, el personal de la oficina mira al Secretario. Entonces se le exige rapidez y una solución adecuada. Quien la pide, sabe mucho y bien de lo que está tratando, y no vale con salir del paso. Para que el resto de los funcionarios le respeten deben estar convencidos de su valía, la oposición que ha superado no solo acredita sus conocimientos sino que se convierte en una especie de “prueba de valor”, debe demostrar que “sabe”.
Por otro lado, el Secretario se va a encontrar en muchas ocasiones en frente del Juez y para ser tenido en cuenta por este será necesario que el mismo reconozca su formación y profesionalidad como similar a la suya.
Es por ello que no comprendo porqué los Sindicatos están tan empeñados en reducir al absurdo las pruebas de acceso al Cuerpo de Secretarios: La primera propuesta ministerial, -sobre la base de la previa negociación de las reformas en materia funcionarial que ya se han aprobado-, aparte de reducir con mejor o peor fortuna el temario, dejaba el tiempo de exposición oral del ejercicio libre en 60 minutos, frente a los 150 minutos del sistema anterior (ya que se pasa de enunciar 10 temas a 4, quitando pues 6, que por 15 minutos, que es lo que de media se dedica a cada uno, nos da una reducción de 90 minutos) y solo pedía para los libres la presentación de 3 temas, (o sea, hablar durante 45 minutos) pero... no están contentos. No creo que haciendo de menos a un colectivo hasta ahora tan importante en la Administración de Justicia, estén ayudando a los Funcionarios que representan.
Cualquier Funcionario, si quiere, puede aprobar un oral. ¡Le será tan fácil o tan difícil como a cualquiera!, ¡si además irá mas seguro que el libre porque habla de lo que conoce día a día! Eso si, por favor, sean responsables, garanticen a quien haga un esfuerzo, por libre o por promoción, que le va a merecer la pena, que no va a quedar su futuro a merced de la mera suerte o de otros factores más allá de su sacrificio personal y deseo de mejorar.
Soy Funcionario del Cuerpo de Tramitación Procesal y Administrativa, llevo casi diez años trabajando en la Administración de Justicia, preparo Secretarios desde hace unos cuatro años y he aprobado DOS VECES el primer examen ORAL del TURNO LIBRE de la antigua Oposición al Cuerpo de Secretarios Judiciales. Reconociendo que estoy realmente orgulloso de haberlo conseguido además de trabajar, con lo anterior solo quiero señalar que los Funcionarios de Justicia podemos aprobar un examen oral como cualquiera.
No entiendo ese empeño de los sindicatos en cambiar este tipo de examen, que por otro lado es el más habitual en los cuerpos superiores de la Administración, para sustituirlo por otro tipo de pruebas “más relajadas”. El examen oral se utiliza para el acceso a la Abogacía del Estado, Notarías, Registros de la Propiedad, Jueces y Fiscales, Inspección de Hacienda, Letrados de la Seguridad Social y hasta ahora, Secretarios Judiciales, cuerpos todos ellos de reconocido y merecido prestigio profesional y una indudable limpieza en su proceso selectivo.
De cualquier manera, es innegable que el nivel de una oposición lo dan los opositores. Así, aunque alguna presente un temario y sistema de examen a priori asequible, puede llegar a ser casi imposible superarla si el número de aspirantes y su preparación es muy elevado, convirtiendo el hecho de conseguir una plaza en una cuestión de suerte, y lo que es peor, haciendo vano el esfuerzo realizado por mucha gente. Permítaseme pues, una pregunta nada obvia: ¿qué oposición es más complicada la del Funcionario del Cuerpo de Auxilio Judicial que disputó su plaza con otros 125 opositores o la del Secretario que se enfrentó a una proporción de 1 plaza por cada 10?
No es fácil responder, ¿verdad?, pues pasemos a las oficinas judiciales una vez que todos deben trabajar coordinados: en mi opinión, el resto de los funcionarios, extremadamente competentes, -pese al interminable aumento de asuntos y la escasez de plantillas y medios-, exigimos para respetar a nuestros superiores que acrediten suficiente nivel como para dirigirnos.
Para justificar lo anterior, basta asomarse al trabajo procesal de las dependencias judiciales: No es exagerado decir que, en la actividad cotidiana de un Juzgado, no es necesaria la actuación del Secretario para la realización de al menos el 85% del trabajo que se desarrolla. Los Gestores, Tramitadores y Funcionarios de Auxilio pueden llevarlo a cabo sin contar con él, que se limita a la firma al final del día de los documentos que se despachan, asumiendo en la mayoría de los casos su contenido por la propia confianza que en el buen hacer del personal acaba teniendo. Es más, para “la tramitación en masa” aquellos profesionales controlan de manera impecable todo el proceso; son ellos los que tratan con los Abogados y Procuradores, informan a las partes y llevan a cabo la gran mayoría de las actuaciones Judiciales. Pero en algunos casos, cuando hay cuestiones singulares o contradicción entre normas, o estas son incompletas o cuando hay que interpretar nuevas leyes o resolver lagunas en el ámbito de lo jurídico-procesal, el personal de la oficina mira al Secretario. Entonces se le exige rapidez y una solución adecuada. Quien la pide, sabe mucho y bien de lo que está tratando, y no vale con salir del paso. Para que el resto de los funcionarios le respeten deben estar convencidos de su valía, la oposición que ha superado no solo acredita sus conocimientos sino que se convierte en una especie de “prueba de valor”, debe demostrar que “sabe”.
Por otro lado, el Secretario se va a encontrar en muchas ocasiones en frente del Juez y para ser tenido en cuenta por este será necesario que el mismo reconozca su formación y profesionalidad como similar a la suya.
Es por ello que no comprendo porqué los Sindicatos están tan empeñados en reducir al absurdo las pruebas de acceso al Cuerpo de Secretarios: La primera propuesta ministerial, -sobre la base de la previa negociación de las reformas en materia funcionarial que ya se han aprobado-, aparte de reducir con mejor o peor fortuna el temario, dejaba el tiempo de exposición oral del ejercicio libre en 60 minutos, frente a los 150 minutos del sistema anterior (ya que se pasa de enunciar 10 temas a 4, quitando pues 6, que por 15 minutos, que es lo que de media se dedica a cada uno, nos da una reducción de 90 minutos) y solo pedía para los libres la presentación de 3 temas, (o sea, hablar durante 45 minutos) pero... no están contentos. No creo que haciendo de menos a un colectivo hasta ahora tan importante en la Administración de Justicia, estén ayudando a los Funcionarios que representan.
Cualquier Funcionario, si quiere, puede aprobar un oral. ¡Le será tan fácil o tan difícil como a cualquiera!, ¡si además irá mas seguro que el libre porque habla de lo que conoce día a día! Eso si, por favor, sean responsables, garanticen a quien haga un esfuerzo, por libre o por promoción, que le va a merecer la pena, que no va a quedar su futuro a merced de la mera suerte o de otros factores más allá de su sacrificio personal y deseo de mejorar.