por Invitado » Mar 22 Dic 2009 2:48 pm
Este hilo me recuerda, inevitablemente, las situaciones que he vivido en la escuela del CEJ que acabo de terminar, como parte de los aprobados de promoción interna (del tema de las borracheras y los compañeros casados babosos que de madrugada le tiraban los trastos a las compañeras, mejor no hablo). Uno de los compañeros sostenía que en el Juzgado en el que estaba hace años la situación era problemática, y había entregado protocolos e instrucciones con acuse de recibo, diligenciando el acto como tu dices. No sabes cómo se pusieron la mayoría de los compañeros y compañeras. Que si se le ha subido a la cabeza el aprobar. Que si así no se hacen las cosas. Que si hay que tener mano izquierda y mano derecha. Que si resulta humillante que te hagan firmar la entrega de un protocolo. Me quedaba ojiplático, la verdad. Yo también he entregado protocolos, el último de ellos de más de 15 folios y comprensivo de aspectos absolutamente básicos como la manera en que un escrito se une físicamente al expediente. Era preciso porque tenía personal que, sencillamente, no tenían ni idea del trabajo en un Juzgado, aunque llevaban meses. Y me pareció lógico que se documentara la entrega. Yo fui gestor, bueno oficial para entendernos. Me dieron protocolos y firmé su entrega. Y me pareció no bien, me pareció COJONUDO. No hay como tener instrucciones y criterios claros, y si es en negro sobre blanco mejor que mejor. Os cuento algo: pasé 15 años en un Juzgado, de oficial. Como es lógico, quedamos para comer periódicamente los que éramos de toda la vida, 6 funcionarios. Hemos visto pasar a todo tipo de jueces y secretarios. Pero todos, todos, estamos de acuerdo en que la "época dorada" coincidió con la presencia en el Juzgado de un juez y un secretario que eran muy serios, muy poco cercanos, y a veces (por qué no decirlo) algo toscos en el trato. No hacían bromas, las tardes en la guardia no eran un cachondeo cuando estaban ellos, etc... Con otros muchos hemos vivido épocas mucho más divertidas. Pero con aquellos dos, el trabajo era increible: sabíamos exactamente lo que querían de nosotros, lo que se esperaba de nuestro trabajo. Cuando hacías algo, ya sabías que era lo que tenías que hacer y si no lo sabías, ellos te lo decían rápido. Y cuando ha habido algún problema (que los ha habido, dónde no) hemos agradecido enormemente la aplicación severa del régimen disciplinario a los compañeros, si ello era preciso. Los SJ que iban con la mano izquierda, la mano izquierda, al final sólo conseguían que algunos se tocaran las narices en perjuicio del resto de la oficina. Así que el otro día, cuando en la clase los compañeros se rasgaban las vestiduras con el compañero que defendía la necesidad de instaurar protocolos diligenciando la entraga, yo me rasgaba las mías (disimuladamente, pues uno no quiere el día de mañana encontrarse fichado por un coordinador que te recuerda con odio de la escuela) y pensaba que muchos de los que allí estaban, generarían ambientes de trabajo ambiguos y sin referentes. Así que ánimo, a la oficina le va muy bien (si es como tiene que ser) que le den instrucciones precisas. Al principio tendrás que currártelo, pero luego pisarás sobre seguro, que no es poco. Por cierto que quien nos daba la clase también estaba por la entrega de protocolos con acuse de recibo, por suerte. Saludos.
Este hilo me recuerda, inevitablemente, las situaciones que he vivido en la escuela del CEJ que acabo de terminar, como parte de los aprobados de promoción interna (del tema de las borracheras y los compañeros casados babosos que de madrugada le tiraban los trastos a las compañeras, mejor no hablo). Uno de los compañeros sostenía que en el Juzgado en el que estaba hace años la situación era problemática, y había entregado protocolos e instrucciones con acuse de recibo, diligenciando el acto como tu dices. No sabes cómo se pusieron la mayoría de los compañeros y compañeras. Que si se le ha subido a la cabeza el aprobar. Que si así no se hacen las cosas. Que si hay que tener mano izquierda y mano derecha. Que si resulta humillante que te hagan firmar la entrega de un protocolo. Me quedaba ojiplático, la verdad. Yo también he entregado protocolos, el último de ellos de más de 15 folios y comprensivo de aspectos absolutamente básicos como la manera en que un escrito se une físicamente al expediente. Era preciso porque tenía personal que, sencillamente, no tenían ni idea del trabajo en un Juzgado, aunque llevaban meses. Y me pareció lógico que se documentara la entrega. Yo fui gestor, bueno oficial para entendernos. Me dieron protocolos y firmé su entrega. Y me pareció no bien, me pareció COJONUDO. No hay como tener instrucciones y criterios claros, y si es en negro sobre blanco mejor que mejor. Os cuento algo: pasé 15 años en un Juzgado, de oficial. Como es lógico, quedamos para comer periódicamente los que éramos de toda la vida, 6 funcionarios. Hemos visto pasar a todo tipo de jueces y secretarios. Pero todos, todos, estamos de acuerdo en que la "época dorada" coincidió con la presencia en el Juzgado de un juez y un secretario que eran muy serios, muy poco cercanos, y a veces (por qué no decirlo) algo toscos en el trato. No hacían bromas, las tardes en la guardia no eran un cachondeo cuando estaban ellos, etc... Con otros muchos hemos vivido épocas mucho más divertidas. Pero con aquellos dos, el trabajo era increible: sabíamos exactamente lo que querían de nosotros, lo que se esperaba de nuestro trabajo. Cuando hacías algo, ya sabías que era lo que tenías que hacer y si no lo sabías, ellos te lo decían rápido. Y cuando ha habido algún problema (que los ha habido, dónde no) hemos agradecido enormemente la aplicación severa del régimen disciplinario a los compañeros, si ello era preciso. Los SJ que iban con la mano izquierda, la mano izquierda, al final sólo conseguían que algunos se tocaran las narices en perjuicio del resto de la oficina. Así que el otro día, cuando en la clase los compañeros se rasgaban las vestiduras con el compañero que defendía la necesidad de instaurar protocolos diligenciando la entraga, yo me rasgaba las mías (disimuladamente, pues uno no quiere el día de mañana encontrarse fichado por un coordinador que te recuerda con odio de la escuela) y pensaba que muchos de los que allí estaban, generarían ambientes de trabajo ambiguos y sin referentes. Así que ánimo, a la oficina le va muy bien (si es como tiene que ser) que le den instrucciones precisas. Al principio tendrás que currártelo, pero luego pisarás sobre seguro, que no es poco. Por cierto que quien nos daba la clase también estaba por la entrega de protocolos con acuse de recibo, por suerte. Saludos.